martes, 9 de abril de 2013

INAUSENCIA




La huella de tus dedos 
Sobre la piel de mi espalda
Se marcó como un surco
Quemante de nostalgia

Ya no podré olvidar
La pequeña muerte tan larga
Que desmembró nuestros sexos
Hasta volverlos distancia

Lo prohibido con colores fuertes
Se parece a la tierra árida.
Aunque mojemos su alma
Jamas podremos saciarla.




Gloria

Marzo 2013


jueves, 27 de octubre de 2011

Suicida

Insondables nostalgias de una época no vivída.
Niñez eterna en tus ojos.
La eternidad de los inocentes, que sufren demasiado.
A veces el insomnio viene en tu búsqueda;
Sin darse cuenta que pospone el dolor inmenso.
No hay hechizo, no hay posible olvido.
Tu llanto lava cada mañana esos ojos de niño;
Pero deja huellas en el alma vieja…
Para qué? para recordarnos que nada puede aliviarla.
Hay demasiada soledad para poder cargarla.

Gloria

miércoles, 12 de octubre de 2011

MIS RAÍCES



Este árbol, amigo de mi infancia, me muestra inconfundiblemente que sus raíces y las mías pertenecen al mismo lugar. A esa tierra.
A esa arena.
A esa parte del Río.
A ese paisaje.


Gloria

martes, 27 de septiembre de 2011

PRIMER COLAGE DEL ALMA

Ponerle fin a su existencia hubiera sido lo más conveniente sin dudas, pero algo inexplicable, mezcla de omnipotencia y miedo…me impidió concretarlo.
Contrariamente a lo pensado fue bastante fácil abortar el proyecto, y tampoco fue difícil aceptar la convivencia.
En todos los meses venideros, fuera de recibir algún que otro golpe suave sin mala intensión o alguna que otra marca dejada sin querer, no podría hablarse de grandes sacrificios de mi parte.
Pasaban horas de absoluta tranquilidad y calma cuando él parecía dormir, pero mi joven y tierno cuerpo no aceptaba fácilmente todos los embates a los que debía someterse.
A las siete de la mañana de aquel día, comenzaron las insinuaciones amenazantes y en un par de horas todo se volvió angustiosamente doloroso.  
Decidí no cooperar, pero a él pareció no interesarle.  Siguió atormentándome como un animalito sin conciencia al que solamente le importaba saciar sus necesidades.
Pasadas algunas horas de martirio, asustada y dolorida, me rendí.  
Quise dormirme y soñar que todo era un sueño… Pero no. No fue posible.
Mi visión cayó entonces en una pequeña zona que contenía la mayor carga de dolor, y vi entonces que en ella se revelaba un diminuto fragmento de humanidad: Un pequeño óvalo de piel rosada con pelos que parecía estar sosteniendo una presión ciega contra mí.
Su vida dependía exclusivamente de salir con vida de ese pasadizo estrecho, húmedo y sofocante que no le permitía avanzar.
Tal vez no le quedaban muchas fuerzas… Tal vez estaba a punto de rendirse también.
No creo haber experimentado nunca más, la enorme ternura que invadió mi ser en ese momento.
Fue la hora de la más absoluta rebelión y valentía que tuve en mi vida.
Como un guerrero que se entrega a la batalla sin importarle la muerte… algo brutal surgió dentro de mi y arrastró su furia hacia mi garganta que explotaba, hacia mis manos empuñadas a los hierros que sostenían mis piernas,  hacia mi cuerpo arqueado, forzándolo hacia delante tratando de ayudarlo.
Tras un grito ahogado explotó de dolor y anestesia mi vida.
Él…completamente desnudo, dolido, mojado… salió por fin.
Salió a la superficie de un lugar blanco, seco y frío, en donde lo esperaba yo. Ingenua, dolorida, herida, exhausta…y feliz.
Unas horas mas tarde lloramos los dos.
Él, porque tenía hambre. Yo, porque no sabía que hacer.
6 años más tarde lloramos los dos.
Él, porque había perdido su tarro de ladrillitos. Yo, porque no sabía como podría darle otro.
16 años más tarde lloramos los dos.
Él, porque se sentía solo. Yo, porque lo sabía… ya había sido adolescente.
26 años después lloramos los dos.
Él, por un amor no correspondido. Yo, porque hubiera dado mi vida para que no sufriera.
36 años después…
Él, no sé si llora. Ojala que no. 
Yo, sigo llorando a veces.

Gloria

lunes, 26 de septiembre de 2011

Mi padre ( vale republicar )

Mi padre era fotógrafo. También era mago.
Cuando era chica me encantaba acompañarlo al cuarto de trabajo.
Rollos de película y fotos colgando por todas partes eran para mí como las guirnaldas de una fiesta extraordinaria brindada en mi honor.
Había cubetas grandes de cerámica gris y frascos y bidones que mi padre usaba en los sucesivos pasos del espectáculo que vendría unos minutos más tarde.
También había un aparato enorme parecido a un robot que tenía una cabeza grandota y cuadrada, con un solo ojo que sobresalía mirando hacia abajo, y un cuerpo metálico, finito y largo, terminado a medias en un solo pie grande y plano que se apoyaba sobre la mesa.
Era como un enano amorfo sin brazos que presentaba la función con su único ojo.
Despertaba de su sueño por un segundo solamente, y abriendo el ojo que desprendía una luz brillante que traspasaba el negativo, reflejaba la imagen agrandada como una sombra fantasmagórica, sobre un papel blanco que sostenía en su único pie.
Luego el robot enano cerraba su ojo y se dormía nuevamente.
Mi padre sacaba el papel blanco del pie plano del enano y lo sumergía en la cubeta.
El enano permanecía dormido mientras silenciosamente nosotros movíamos con pinzas la hoja de papel que olía a un ácido parecido a nada.
Poco a poco la hoja comenzaba a mancharse aquí y allá sin formas precisas.
En ese momento invariablemente me asaltaba la ansiedad. Entonces miraba a mi padre.
Él me miraba con cariño y me sonreía.
Ya estaba tranquila. Todo saldría perfectamente.
Su magia no fallaba.
El sueño del robot seguía su curso, pero nosotros podíamos ver lo que había pasado por su ojo.
Era la imagen perfecta que el ojo de mi padre tomó de la realidad y prestó al ojo del enano metálico para transformarla en recuerdo.

Gloria


lunes, 19 de septiembre de 2011

Sergio ( vale republicarlo )

Algo llama su atención en los títulos del periódico:” La desaparición de… aparentemente…familiares…las comisarías llenas de denuncias…las marchas…el silencio…”
Cuando el Negro no volvió a su casa y Alicia muy preocupada lo llamó pidiéndole que fuera a quedarse con ellas esa noche, acudió por supuesto, a la casa de sus amigos. La cara de Alicia no se veía nada bien, pobre, estaba como lívida. Le dio pena que se sintiera así por una trasnochada del Negro. Seguramente el Negro se andaba divirtiendo por ahí. Siempre había sido un caradura.
Después la madre se llevó a las niñas cuando Alicia tampoco volvió.
Ahí ya no supo que pensar. Una cosa era una trasnochada, o dos. Pero eso de que Alicia se fuera de la casa también… Nunca pudo entender el por qué, de que el Negro y Alicia… no volvieran.
Otro fue el Pelirrojo que no apareció más a jugar al ajedrez. Tampoco volvió al billar, donde casi todas las noches se tomaba una caña después de las diez. Cosa rara.
Cuando se decidió a ir a preguntar a la casa, la hermana con una mirada compasiva, aunque un poco resentida, lo abrazó. Lo abrazó fuerte. Pobre mina. Se veía que estaba desesperada cuando le contaba que hacían veinte días que no sabían nada del Pelirrojo. Que tenía miedo por la madre que no comía, no dormía y había ido a cuanto lado se podía ir para reclamar la presencia del hijo. Quedó como rota desde que el Pelirrojo…no volvió.
Y ahora que lo piensa, de Nora tampoco tuvo más novedades. Al principio supuso que estaría ocupada con trámites respectivos a su hermano. Buscando abogado, llevándole cosas necesarias, preguntando… Porque era sabido que a Roberto lo habían llevado preso. Pero pasaron los meses y de Nora, nada.
Algo…raro…mal puesto ¿? Un error de edición seguramente.
Algunas letras cambian de formato súbitamente en el transcurso de una línea, y luego retoman el modelo original para terminar la frase.
A medida que avanza en la lectura se van repitiendo los errores.
Que pasa ¿? Un nuevo jefe de redacción o de edición, mejor dicho de edición. O será de redacción ¿?, sin experiencia ¿? sin atención ¿? Una máquina de escribir defectuosa ¿? La ineptitud de alguien, tal vez…
Recorta las pequeñas letras discordantes y las coloca sobre una hoja de papel. Las cuenta. Intenta ordenarlas. Se pregunta si siguen algún orden determinado.
El jefe de edición o de redacción, no importa, nuevo…una máquina defectuosa…la ineptitud o… lo hacen con un propósito ¿?
Se trata de algo al margen ¿? un mensaje cifrado ¿?
Tiene que leer los próximos periódicos con atención. Solo así podrá sacar algo en limpio. Por ahora lo catalogará de “error”. No importa de quien.
Dobla y guarda la hoja de papel con todo adentro. (Por las dudas).
No es fue fácil conciliar el sueño esa noche. Las letras, los símbolos y los jefes o empleados nuevos de redacción o de edición, no importa mucho eso, se le aparecen como negativos en blanco y negro uno detrás de otro. Después las imágenes pasadas con cámara rápida, del Negro, de Alicia, del Pelirrojo, de Nora y de Roberto el hermano, y decenas de personas que vienen con Roberto
Una luz rayada entrando por la persiana de su pieza, y la vejiga ardiente como una pelota de fuego líquido, le avisan que la noche ha terminado.
Noche nefasta en que su cabeza fue la base de las más terribles torturas a las que se puede someter… una cabeza.

A pesar de los jefes o empleados de redacción o de edición, de los negativos en blanco y negro, de las imágenes a cámara rápida y de las torturas infringidas a las cabezas, se levanta.
Vistiéndose con lo que encuentra primero, se dirige al puesto de diarios.
Al tomar el camino de regreso, siente…miradas.
Saluda a Don Osvaldo que siempre matea en el porche. Don Osvaldo no mira, trata de introducirse en el paisaje cotidiano.
Contesta el saludo de esa dulce chica vestida de colores que todos los días, a diferentes horas, pasa por su puerta llevando varias cosas, también de colores, en su bicicleta anaranjada. Siempre lo saluda con un “Buen día” dedicándole una hermosa mirada con esos grandes ojos oscuros, y sigue pedaleando.
Le viene a la mente la canción del Submarino amarillo. Yellow submarine, yellow submarine…
Proveniente de otro… lado... Algo…
Apura el paso y al llegar al portón de su casa se detiene de golpe. Se da vuelta abruptamente y mira. Mira por una fracción de segundo, como imágenes pasadas en cámara rápida, cada imagen humana que pudiera notar.
Entra a su casa y cierra la puerta con llave. Comienza a tararear, para distenderse. Pone el agua para el mate y mientras espera, se asoma a una ventana y cierra las cortinas.
Sigue tarareando mientras abre el periódico.
Aparece la primera. A los dos segundos… la otra.
El mate queda frío con un verde en dos tonalidades. Mientras tararea “la, la, la, in the yellow submarine, yellow submarine, yellou submarine”
Tendrá que usar nuevamente las tijeras. Las pequeñas letras discordantes están ocupando, otra vez, lugares inadecuados de la composición. Comienza decidido con la tarea aguzando el ojo y la mente.
El mate sigue con el mismo verde en dos tonalidades, cuando tiene que encender la luz.
Sigue cambiando de lugar y de posición algunas letras. Otras las ha dejado aparte formando una figura horizontal angosta y alargada.
Tiene frío. Le duelen los ojos, la espalda, y... alguna cosa entre su adelante y su atrás.
Se levanta para prepararse un café.
Cuando vuelve a su mesa de “trabajo”, lo que tantas horas le había costado sin muchos resultados aparentes, se le presenta ahora como algo inconfundible. Así de repente y sin tocar nada, comprende todo.
Siempre estuvo claro. Solamente había que saber mirar bien.
Agrega las letras restantes a la figura horizontal angosta y larga, y la pega en una hoja de papel. La dobla cuidadosamente.
Se dirige a su cuarto. Abre el ropero y saca una valija medio ajada. No tanto por el uso, sino por todo lo que la estaba apretando y aplastando. La abre sobre su cama. Mete un par de zapatos, dos calzoncillos, dos camisetas, un pantalón, un buzo, el long play de The Beatles - Yellow Submarine, y la hoja de papel doblada que contiene la figura.
Se tira vestido en la cama sin tender. Le duele…todo.
Los perros vecinos comenzando a ladrar anunciando el paso de los primeros transeúntes, el ruido de los ómnibus al retomar los primeros horarios, la luz que se hace inminente, le indica que está llegando la hora.
Es una fría mañana de los primeros días de agosto, y sin siquiera prepararse el mate, Sergio se sienta ansioso en el porche con la campera puesta y la valija al lado.
Ahora sabe que todo tiene una única explicación. Todo es claro. Sus amigos…sus camaradas, lo van a venir a buscar. El está esperándolos.

Gloria

miércoles, 7 de septiembre de 2011

DE HERIDAS Y CICATRICES




Las cicatrices son heridas que cerraron. Aparentemente.
                           
                                         Porque existen varios tipos de cicatrices...
Algunas se ven y otras se sienten.
Por lo general las que se sienten, duelen.  Y las que se ven, no.

domingo, 21 de agosto de 2011

UN RARO COLOR A MORA ROJA

Al atardecer, Antonio prepara todos los objetos y vicios necesarios como para sentarse a escribir comodamente.
Relee un poco para corregir y piensa.
Sí... Roberto, soñó su propia muerte.

Al despertar y haciendo un esfuerzo para reencontrarse en ese lapso de tiempo que pasa entre que despertamos y estamos despiertos, siente miedo.
Recuerda sus manos.. y la sangre.

Doblaba la esquina cuando a pocos pasos se enfrentó con aquel tipo que le gritó: asesino! Y comenzó a dispararle.
Después de descrgarle tres balazos a quemaropa.. desapareció.
Las quemaduras y el ardor. El ruido sordo de las balas.. Todo parece, tremendamente cierto.
Le había dolido todo el cuerpo al caer al piso produciendo un sonido óseo, medio hueco.. como un eco retumbante un poco amortiguado.
La sangre, más oscura de lo que pensaba, le había salido por los tres agujeros.
Había sentido la desesperación primero, luego el entender...  la entrega después.
Esa sangre que brotaba tan despacio... tan mansa. Tan tibia. Tan oscura.
Como un raro color de mora roja?
Antes de la aceptación había mirado sus manos.
Sin embargo la tranquila aceptación lo agitó tan fuertemente que fue forzado a despertar.
Poco a poco... volvió a la realidad.

Ya tranquilo pensó que él pasaba regularmente por aquel sitio y también doblaba por aquella esquina.
Recordaba perfectamente la cara del hombre que le disparó en el sueño. Lo conocía.
Muchas veces lo había visto sentado en el Bar de la esquina. Siempre solo.
Hace un tiempo lo habían asociado a cierto hecho trágico ocurrido en la zona...La muerte de alguien, dijeron.
Pero nunca fue a la cárcel. Lo veía casi todos los días en el mismo lugar.
Un tipo cualquiera que mira la gente pasar. Pero sus facciones le recordaban a alguien.
A quien le recuerdan ? Esperará a alguien? Que hará? Quien es ?

Antonio deja de escribir.
La noche está fría y tiene sueño. Mañana continuará, hoy está cansado.
Muy cansado.
Sin darse cuenta ha pasado horas escribiendo. Suele ocurrirle.
Sin cenar se va directamente a la cama y se duerme profundamente.
Se despierta con pereza. Hubiera querido seguir durmiendo, pero los hábitos..
El tiempo está agradable y  toma el desayuno/merienda en las mesas de afuera del Bar "La avenida".
Lugar especial y elegido hace mucho para abandonarse y mirar, estudiar comportamientos, imaginar.
Es un ser afortunado, piensa. Comparando su vida con las vidas de esas personas que vienen y van... caminando rápidamente como perseguidas por el tiempo.
Como transcurrirán esas vidas?.. con qué soñarán?... como morirán?

Se levanta como no queriendo hacerlo y comienza el camino de regreso.
Camina lento. Un cansancio inexplicable parece pesarle.
Tal vez nisiquiera escriba hoy. 
Al doblar la esquina se encuentra frente a un hombre que le grita: asesino ! Y comienza a dispararle.
Antes de cerrar los ojos, mira sus manos.

Gloria

sábado, 6 de agosto de 2011

Mi pequeño papá


Mi pequeño papá,
si por algún motivo pudieramos vivir un momento, en el que éste tiempo fuera otro tiempo...Te acunaría y te cantaría.


Tu hija

lunes, 7 de febrero de 2011

Extraña conocida ( foto de Julia, mi hija )


Encontré guardada en un libro, una hermosa flor seca color ocre proveniente de un jardín de Boedo.
Encontré poemas viejos, escritos con sentimientos que ya casi ni recordaba.
Encontré el llanto de mi hijo cuando perdió un juguete.
Encontré la llamita dibujada por mi hija del fuego de Galeano.
Encontré las palabras de mi padre.
Encontré el perfume de mi madre.
Encontré los cuentos de mi abuela.

Encontré a mi caballo corriendo por la arena húmeda.
Encontré mi conejo azúl de paño lenci y mi pajarito de lata.

Gloria

miércoles, 19 de enero de 2011

No sos vos. Soy yo.




El tamboril. El trance. La adrenalina y la alegría. El abrazo.
El cuerpo se mueve como cruzando agua.
El corazón se agita como una vela que el viento de la añoranza sopla.
Vuelvo con mi gente.
Por unos momentos estoy en casa.

Gloria

sábado, 20 de noviembre de 2010

Suicida

Insondables nostalgias de una época no vivida.
Niñez eterna en tus ojos.
La eternidad de los inocentes, que sufren demasiado.
A veces el insomnio viene en tu búsqueda;
Sin darse cuenta que pospone el dolor inmenso.
No hay hechizo, no hay posible olvido.
Tu llanto lava cada mañana esos ojos de niño;
Pero deja huellas en el alma vieja…
Para qué? para recordarnos que nada puede aliviarla.
Hay demasiada soledad para poder cargarla.

Gloria

viernes, 12 de noviembre de 2010

Mi padre

Mi padre era fotógrafo. También era mago.
Cuando era chica me encantaba acompañarlo al cuarto de trabajo.
Rollos de película y fotos colgando por todas partes eran para mí como las guirnaldas de una fiesta extraordinaria brindada en mi honor.
Había cubetas grandes de cerámica gris y frascos y bidones que mi padre usaba en los sucesivos pasos del espectáculo que vendría unos minutos más tarde.
También había un aparato enorme parecido a un robot que tenía una cabeza grandota y cuadrada, con un solo ojo que sobresalía mirando hacia abajo, y un cuerpo metálico, finito y largo, terminado a medias en un solo pie grande y plano que se apoyaba sobre la mesa.
Era como un enano amorfo sin brazos que presentaba la función con su único ojo.
Despertaba de su sueño por un segundo solamente, y abriendo el ojo que desprendía una luz brillante que traspasaba el negativo, reflejaba la imagen agrandada como una sombra fantasmagórica, sobre un papel blanco que sostenía en su único pie.
Luego el robot enano cerraba su ojo y se dormía nuevamente.
Mi padre sacaba el papel blanco del pie plano del enano y lo sumergía en la cubeta.
El enano permanecía dormido mientras silenciosamente nosotros movíamos con pinzas la hoja de papel que olía a un ácido parecido a nada.
Poco a poco la hoja comenzaba a mancharse aquí y allá sin formas precisas.
En ese momento invariablemente me asaltaba la ansiedad. Entonces miraba a mi padre.
Él me miraba con cariño y me sonreía.
Ya estaba tranquila. Todo saldría perfectamente.
Su magia no fallaba.
El sueño del robot seguía su curso, pero nosotros podíamos ver lo que había pasado por su ojo.
Era la imagen perfecta que el ojo de mi padre tomó de la realidad y prestó al ojo del enano metálico para transformarla en recuerdo.

Gloria

martes, 9 de noviembre de 2010

Cuatro personajes

ELLA.

Tras la muerte de su abuela, único familiar que le quedaba, se subió al tren.
Llevaba consigo muy poco de valor material, pero un gran equipaje de deseos postergados.
Proveniente de una humilde familia con muchas desgracias a cuestas, su vida había transcurrido en el campo, donde cada minuto pasado, era un minuto acariciado de sueños de ciudad.
No tuvo muchas dificultades en encontrar un lugar para vivir. Modesto, pero limpio y respetable. Y la experiencia acumulada en la biblioteca del pueblo le ayudó en la búsqueda de trabajo.
Cuando lo vio entrar a la librería no pudo dejar de mirarlo.
Él, seguramente atraído por esa insistente mirada, fijó los ojos en ella creando un delgado hilo imantado entre los dos que ya no pudieron cortar.
A pesar del porte distinguido y las ropas elegantes, se adivinaba un hombre de alma humilde y sumamente sensible. Su charla inteligente y su delicadeza, la cautivaron casi de inmediato.
Luego vinieron los encuentros cada vez más continuos.
La lectura compartida los fines de semana en el Jardín botánico, el teatro, las cenas, los paseos y las despedidas, con el amor imparable, en el zaguán de la pensión…  Se entregó a él con ese palpitante y desatado deseo de pertenecerle por completo.
No se arrepiente. Lo ama y espera un hijo suyo.
Van a casarse pronto.


ÉL.

Único hijo de un matrimonio de clase alta, vivió toda la vida en la gran casa del Prado.
Amante de la literatura, la música, el teatro y la filosofía, solía tener con su padre largas e interesantes conversaciones que disfrutaban mutuamente.
Su madre, mujer de carácter fuerte y autoritario propensa a la manipulación, logró con el pasar de los años ser la voz cantante de la casa.
Siempre recalcando puntualmente y sin compasión, cuales son las “flojeras” que padecen los demás y subrayando el deber de ser inflexibles ante las debilidades. Declamando, como ejemplo, los sacrificios que ella misma ha realizado al respecto.
La dureza que aplica en sus juicios y su falta de comprensión casi absoluta, provoca en él un hundimiento moral permanente.
Sin embargo… existen otras almas. Puras, sensibles, humildes, dulces, amorosas… como ella.
Ella que llegó a su vida en el momento más doloroso y lo compartió. Ella que acompañó su soledad. Que confió en él y que lo amó… ella que...
Se casará con ella. La ama y no la lastimará.
Tiene que ser fuerte. Tiene que enfrentar a su madre, aunque signifique el derrumbe total.
Su padre, por desgracia, ya no está.


LA MADRE.

La vida le ha demostrado, que sobreviven solamente los fuertes.
Marcada con el sexo débil, consiguió mediante esfuerzos y sacrificios, ser respetada como se respeta a un ser fuerte.
Para ello tuvo que renunciar a algunos sentimientos que pudieron haber podido quebrantar su voluntad. No hay lugar para sensiblerías en éste mundo.
Mucho menos en los hombres, portadores del sexo fuerte, quienes deberían dar ejemplo de un carácter riguroso.
Por eso le fastidia que su hijo, al que siempre cuidó con responsabilidad, ocupándose de su educación en buenos y caros colegios, cuidando de su apariencia y sus modales, cumpliendo a rajatabla la conducta que debe tener una buena madre, haya resultado un hombre enclenque.  
Se quedó en una atrasada adolescencia soñadora, y eso lo ha vuelto un hombre débil.
La muerte del esposo, tras una agonía… demasiado prolongada, se llevó el dinero de las reservas, el de los campos, el de las rentas y… ya no quedaba casi nada cuando… Dios se lo llevó.
Solo quedó la casa. Aunque se deba la hipoteca, una suma importante de dinero…
Creyó que con la venta de algunas cosas poco notorias lo resolvería, pero se equivocó.
Dura como un roble, porque solo así podrá mantener lo único que queda, toma la decisión.
Hay que actuar rápido, pero su débil hijo… hablando de amor trágicamente como si se tratara de una obra de teatro, proponiéndole boda a esa…pobretona.
Ya le ha dicho que es un despropósito que se case tan joven con una nadie, casi sin estudios. Alguien que no pertenece a su clase.
El amor duraría poco entre dos personas tan distintas. Cuando se diera cuenta de la equivocación sería demasiado tarde, estaría atado a una pobre y ordinaria mujer que tal vez solo va detrás de su dinero.
La presencia de una absoluta extraña dentro de la casa, arriesgándose a un hurto o una estafa tal vez… Sería intolerable, y no lo permitirá.
Él simplemente permaneció mudo unos minutos, luego balbuceó que no podía. Quebrándose como un pedazo de varilla ordinaria porque no sabe lo que es la buena madera, se retiró a su habitación para cortar todo diálogo.
Tiene que hacer algo ella misma. Tiene que buscar la forma de… hacer algo.
Supongamos que esa no existiera. Supongamos...
Algún día se reencontrarán en… otro lugar. Como su querido esposo y ella misma.
Lo alentará a realizar un viaje corto. A descansar y aceptar los designios de Dios.
Los sacrificios son importantes. Sagrados. Dios valora los sacrificios. Es algo loable! Dios fue sacrificado. Debemos seguir su ejemplo de valentía y grandeza.
Hay que hacer un sacrificio más. Ya.
Es muy importante que lo entienda y…colabore.
Pasado un tiempo... Es un joven de buena familia, bien parecido y con estudios…el apellido y la trascendencia también cuentan.
Un excelente partido para cualquier mujer. Cualquier muchacha fina y con mucho dinero…como la hija del finado juez Brum. Huérfana y que tan sola se encuentra…



LA CRIADA

Está al servicio de la familia desde que era casi una niña.
Desde la muerte de la madre, a su padre le faltaba tiempo, dinero y voluntad para ocuparse de ella. Entonces la mandó a esa casa, prometiéndole que allí no pasaría necesidades.
Tendría una cama caliente y buena comida, cosas indispensables en la vida. Y tuvo razón.
Aunque la señora la tratara secamente haciéndole sentir permanentemente el lugar que ocupaba, nunca pasó frío ni hambre.
También recibió algo de simpatía y afecto del señor, que Dios lo tenga en la gloria. Siempre preocupado por saber si se sentía cómoda o si había algo que necesitara…
El niño de la casa había heredado de su padre el carácter amable y condescendiente, que no había logrado corromper el temperamento áspero de su madre.
Siempre lo trató con deferencia. Por ser un niño primero y por ser un hombre sensible después.
A los pocos meses de la muerte del señor, estalló una dura discusión (por así llamarlo), entre la señora y el hijo.
Tas la puerta de la cocina oyó la dura voz de la madre decirle a él, que no estaba de acuerdo con la boda…que no la consentiría. Dijo cosas espantosas.
Luego escuchó el silencio de él… seguido de unas pocas palabras… la puerta del dormitorio cerrarse…y el silencio.
Le pareció extraño ver a la señora, horas después de la discusión, mirar inquieta hacia la escalera, entrar a la biblioteca y salir con un pequeño envoltorio que metió en la cartera. Calzarse el sombrero con velo y los guantes en el recibidor y salir. La señora no acostumbraba ha salir de casa en horas de la noche…
Después se supo de la desgracia. Una desgracia… inexplicable.    
Fue en ese momento que él se refugió en su dormitorio y ya no salió de allí.
Primero fueron los gritos en plena noche llamando a esa mujer. Después las visitas del médico. La señora preocupada saliendo y entrando del dormitorio con la bandeja de comida intacta. El silencio obstinado de él, que lo fue envolviendo hasta extinguir primero sus lamentos y después… su vida. 
La desgracia ocurrida a esa mujer había sido muy oportuna para los malestares de la señora… tan oportuna como la muerte del señor.
Un par de meses más tarde fueron los funerales. Los segundos de ése año.
La vida transcurre apagada y monótona dentro de esas paredes mientras la señora se va…apagando también.
Se había tomado el atrevimiento de sugerirle a la señora, que bien podría vender la casa y comprar algo más chico que no acarreara tantos gastos ni trabajo. Le sobraría dinero para el resto de la vida sin preocuparse de nada.
Pero la señora la había mirado con profundo desprecio y la había tildado de “insolente”.
Ni la muerte del hijo la había ablandado.
De seguir así, ella terminaría en la calle. A dónde iría sin dinero?
No recibe paga hace tres meses y a duras penas come lo que va quedando en la despensa. A no ser que…
Sabe perfectamente dónde guarda el testamento la señora, y ella es… bastante hábil con la pluma y con los remedios caseros.
Después de todo, se trata de no pasar necesidades verdad?  Algo ha aprendido.
Tiene que ser fuerte. Los sacrificios son importantes… la señora lo dice siempre… seguirá su ejemplo de… valentía y grandeza.
No le llevará mucho tiempo mudarse a un lugar más chico y… propio. Sin problemas de dinero.
La señora se reunirá con el señor y con el hijo…y le dejará a ella la casa.
Al fin y al cabo, que generosa resultó la señora !!

Gloria

sábado, 6 de noviembre de 2010

viernes, 15 de octubre de 2010

miércoles, 8 de septiembre de 2010

miércoles, 28 de julio de 2010

ONÍRICO

Óleo sobre tela (50 cm x 60 cm)

lunes, 22 de junio de 2009

Sergio

Algo llama su atención en los títulos del periódico:” La desaparición de… aparentemente…familiares…las comisarías llenas de denuncias…las marchas…el silencio…”
Cuando el Negro no volvió a su casa y Alicia muy preocupada lo llamó pidiéndole que fuera a quedarse con ellas esa noche, acudió por supuesto, a la casa de sus amigos. La cara de Alicia no se veía nada bien, pobre, estaba como lívida. Le dio pena que se sintiera así por una trasnochada del Negro. Seguramente el Negro se andaba divirtiendo por ahí. Siempre había sido un caradura.
Después la madre se llevó a las niñas cuando Alicia tampoco volvió.
Ahí ya no supo que pensar. Una cosa era una trasnochada, o dos. Pero eso de que Alicia se fuera de la casa también… Nunca pudo entender el por qué, de que el Negro y Alicia… no volvieran.
Otro fue el Pelirrojo que no apareció más a jugar al ajedrez. Tampoco volvió al billar, donde casi todas las noches se tomaba una caña después de las diez. Cosa rara.
Cuando se decidió a ir a preguntar a la casa, la hermana con una mirada compasiva, aunque un poco resentida, lo abrazó. Lo abrazó fuerte. Pobre mina. Se veía que estaba desesperada cuando le contaba que hacían veinte días que no sabían nada del Pelirrojo. Que tenía miedo por la madre que no comía, no dormía y había ido a cuanto lado se podía ir para reclamar la presencia del hijo. Quedó como rota desde que el Pelirrojo…no volvió.
Y ahora que lo piensa, de Nora tampoco tuvo más novedades. Al principio supuso que estaría ocupada con trámites respectivos a su hermano. Buscando abogado, llevándole cosas necesarias, preguntando… Porque era sabido que a Roberto lo habían llevado preso. Pero pasaron los meses y de Nora, nada.
Algo…raro…mal puesto ¿? Un error de edición seguramente.
Algunas letras cambian de formato súbitamente en el transcurso de una línea, y luego retoman el modelo original para terminar la frase.
A medida que avanza en la lectura se van repitiendo los errores.
Que pasa ¿? Un nuevo jefe de redacción o de edición, mejor dicho de edición. O será de redacción ¿?, sin experiencia ¿? sin atención ¿? Una máquina de escribir defectuosa ¿? La ineptitud de alguien, tal vez…
Recorta las pequeñas letras discordantes y las coloca sobre una hoja de papel. Las cuenta. Intenta ordenarlas. Se pregunta si siguen algún orden determinado.
El jefe de edición o de redacción, no importa, nuevo…una máquina defectuosa…la ineptitud o… lo hacen con un propósito ¿?
Se trata de algo al margen ¿? un mensaje cifrado ¿?
Tiene que leer los próximos periódicos con atención. Solo así podrá sacar algo en limpio. Por ahora lo catalogará de “error”. No importa de quien.
Dobla y guarda la hoja de papel con todo adentro. (Por las dudas).
No es fue fácil conciliar el sueño esa noche. Las letras, los símbolos y los jefes o empleados nuevos de redacción o de edición, no importa mucho eso, se le aparecen como negativos en blanco y negro uno detrás de otro. Después las imágenes pasadas con cámara rápida, del Negro, de Alicia, del Pelirrojo, de Nora y de Roberto el hermano, y decenas de personas que vienen con Roberto
Una luz rayada entrando por la persiana de su pieza, y la vejiga ardiente como una pelota de fuego líquido, le avisan que la noche ha terminado.
Noche nefasta en que su cabeza fue la base de las más terribles torturas a las que se puede someter… una cabeza.

A pesar de los jefes o empleados de redacción o de edición, de los negativos en blanco y negro, de las imágenes a cámara rápida y de las torturas infringidas a las cabezas, se levanta.
Vistiéndose con lo que encuentra primero, se dirige al puesto de diarios.
Al tomar el camino de regreso, siente…miradas.
Saluda a Don Osvaldo que siempre matea en el porche. Don Osvaldo no mira, trata de introducirse en el paisaje cotidiano.
Contesta el saludo de esa dulce chica vestida de colores que todos los días, a diferentes horas, pasa por su puerta llevando varias cosas, también de colores, en su bicicleta anaranjada. Siempre lo saluda con un “Buen día” dedicándole una hermosa mirada con esos grandes ojos oscuros, y sigue pedaleando.
Le viene a la mente la canción del Submarino amarillo. Yellow submarine, yellow submarine…
Proveniente de otro… lado... Algo…
Apura el paso y al llegar al portón de su casa se detiene de golpe. Se da vuelta abruptamente y mira. Mira por una fracción de segundo, como imágenes pasadas en cámara rápida, cada imagen humana que pudiera notar.
Entra a su casa y cierra la puerta con llave. Comienza a tararear, para distenderse. Pone el agua para el mate y mientras espera, se asoma a una ventana y cierra las cortinas.
Sigue tarareando mientras abre el periódico.
Aparece la primera. A los dos segundos… la otra.
El mate queda frío con un verde en dos tonalidades. Mientras tararea “la, la, la, in the yellow submarine, yellow submarine, yellou submarine”
Tendrá que usar nuevamente las tijeras. Las pequeñas letras discordantes están ocupando, otra vez, lugares inadecuados de la composición. Comienza decidido con la tarea aguzando el ojo y la mente.
El mate sigue con el mismo verde en dos tonalidades, cuando tiene que encender la luz.
Sigue cambiando de lugar y de posición algunas letras. Otras las ha dejado aparte formando una figura horizontal angosta y alargada.
Tiene frío. Le duelen los ojos, la espalda, y... alguna cosa entre su adelante y su atrás.
Se levanta para prepararse un café.
Cuando vuelve a su mesa de “trabajo”, lo que tantas horas le había costado sin muchos resultados aparentes, se le presenta ahora como algo inconfundible. Así de repente y sin tocar nada, comprende todo.
Siempre estuvo claro. Solamente había que saber mirar bien.
Agrega las letras restantes a la figura horizontal angosta y larga, y la pega en una hoja de papel. La dobla cuidadosamente.
Se dirige a su cuarto. Abre el ropero y saca una valija medio ajada. No tanto por el uso, sino por todo lo que la estaba apretando y aplastando. La abre sobre su cama. Mete un par de zapatos, dos calzoncillos, dos camisetas, un pantalón, un buzo, el long play de The Beatles - Yellow Submarine, y la hoja de papel doblada que contiene la figura.
Se tira vestido en la cama sin tender. Le duele…todo.
Los perros vecinos comenzando a ladrar anunciando el paso de los primeros transeúntes, el ruido de los ómnibus al retomar los primeros horarios, la luz que se hace inminente, le indica que está llegando la hora.
Es una fría mañana de los primeros días de agosto, y sin siquiera prepararse el mate, Sergio se sienta ansioso en el porche con la campera puesta y la valija al lado.
Ahora sabe que todo tiene una única explicación. Todo es claro. Sus amigos…sus camaradas, lo van a venir a buscar. El está esperándolos.

Gloria

miércoles, 17 de junio de 2009

La dueña

Desde que su madre murió, tras una sucesión de pérdidas familiares, sintió que la casa le quedaba enorme.
Blanca optó por restringir los espacios de uso diario para mantenerlos calidos en el invierno y para no sentirse tan sola en el verano.
Acostumbraba a abrir los altos postigotes de madera que daban a la calle y observar con el balcón entreabierto. Podría apilar en grupos a las mujeres que pasaban.
Grupo “A” las ocupantes. Grupo “B” las inquilinas, y grupo “C” las dueñas.
En qué grupo la pondrían a ella cuándo la descubrían allí ¿?
En una casa importante ven a una mujer de mediana edad vistiendo un desabillé celeste pálido y un camisón color turquesa. Su cabello largo y negro en contraste con la fina piel tan blanca.
La piel tan blanca, Blanca ¡!
En qué grupo se pondría ella misma ¿?
Además de las traducciones que hacía para la embajada de Francia, no eran muchos los trabajos que en el momento realizaba. Solo algunos pocos que por el necesario interés de presentar algún documento redactado en francés acudían a la casa. Pagando el costo estipulado, se iban con una traducción perfecta bajo el brazo.
Ya no era fácil solventar los gastos de la casa.
Mientras sacaba cuentas y el dinero se iba evaporando, Blanca pensaba. Grupo “C” ¿?
Decidió poner en el balcón un anuncio: “se alquila dormitorio para señorita”
No podía ser tan mala la presencia de otra en la casa. Ella se pondría firme con su credencial de dueña y exigiría que la inquilina fuera tan señorita como ella.
Varias veces tocaron a la puerta por el anuncio. Varias veces no pasaron del cancel.
Los días pasaban y las cuentas se acumulaban acarreando costos extras por atraso.
Un día, muy temprano, tocaron a la puerta.
Sorprendida miró la hora. Las siete y treinta.
La mañana helada disparó alfilerazos a la cara de Blanca al entreabrir el balcón.
Una mujer de contextura pequeña, que rondaría los cuarenta años, pelo negro y piel blanca, vistiendo ropa clásica, le sonreía desde afuera.
No llevaba cartera ni bolso. Sus manos libres se movían con gracia al saludarla.
Pensó que se trataba de un error de dirección, pero al entender que su anuncio de renta era el interés de la señorita, abrió la puerta cancel.
Tan simpática y educada resultó, que terminaron tomando té en el living.
Daban las ocho y treinta en el reloj de péndulo, cuando Clara dijo que debía apurarse, o llegaría tarde al trabajo.
En ese mismo instante Blanca supo que Clara era la persona perfecta para ocupar el dormitorio en alquiler.
Ambas quedaron de acuerdo en que el día primero del mes siguiente, se llevaría a cabo la mudanza.
Blanca despidió a Clara con la seguridad de haber elegido correctamente, y se dedicó a pensar.
Debía hacer espacio en los estantes del baño y en el toallero, como primera medida. Después limpiar a conciencia el dormitorio destinado a Clara. El otro que daba a la calle.
Puso manos a la obra inmediatamente.
Fue muy fácil reducir el espacio en el baño. Comprobó que usaba más del necesario.
El dormitorio requirió de un poco más de tiempo. Aunque limpio y sin ocupante, guardaba muchas cosas suyas.
Las fotos, la ropa de verano, las agujas de tejer, algunos libros y las bufandas que no usaba desde hacía mucho.
Llevaría todo eso al dormitorio de tía Elisa que quedaba pasando la puerta que separaba el living de los demás dormitorios siguientes que ya no se usaban.

Clara llegó con sus cosas, que no eran muchas, a las siete y treinta en punto del día primero de abril.
Pagó el mes por adelantado como habían quedado, y tras tomar té caliente ocupó el dormitorio.
A eso de las ocho, un silencio específico se instaló en todo lo que proviniera de ese lugar.
Extrañada de no verla reaparecer para una ducha rápida antes del horario laboral, Blanca se quedó sentada en el living, esperando.
Después de un rato decidió levantar las tazas de té. Lo hizo con suficiente ruido como para dejar en claro su desconcierto.
Nada. Silencio absoluto en el dormitorio.
Pasan horas de… nada. No se atreve a golpear la puerta. Debe ser educada.
Clara rentó el dormitorio y pagó por él. Ahora era la dueña de ese espacio.
Se queda expectante en el sillón más lejano. La noche de color apocado que está llegando, la encuentra en el mismo lugar.
Oye movimientos en el dormitorio.
Paralizada totalmente, ve abrirse la puerta.
Aparece Clara vistiendo un desabillé celeste pálido y un camisón color turquesa.
Sin registrar su presencia, cruza el living y abriendo la puerta del baño, entra en él.
Al cabo de un tiempo eterno y angustiante, la ve salir. Pasa a su lado y se detiene para levantar una pelusa depositada en la carpeta de la mesa.
Va hacia el balcón entreabierto y la sopla.
Entra nuevamente en el dormitorio y se viste descaradamente con la puerta abierta.
La observa ponerse suavemente las medias de seda con costura y…demás prendas interiores.
Blanca está muda. Le gustaría recordarle a esa señorita los buenos modales, pero no puede moverse.
Clara finaliza su atuendo con un clásico vestido beige de lanilla con cuello redondo y tapitas con botones en la cadera.
Avanzando hacia el balcón pone la tranca. Sigue hacia el cancel y se para un segundo en el perchero de roble. Toma decididamente el bolso de macramé que le tejiera su madre.
Aterrada la ve colgárselo del brazo y salir con él. Oye la llave cerrando la puerta de la casa.
Corre al balcón para gritarle que vuelva. No puede asomarse. El balcón se ha cerrado.
Casi sin aire tras el cristal ve la imagen de Clara alejarse, llevándose su bolso, su llave y su credencial.

Gloria

lunes, 15 de junio de 2009

LA VERDAD

Disfruto de la soledad y la lectura.
Estoy demasiado ocupado leyendo, como para atender asuntos sociales.
Elisa sigue visitándome y cargoseándome con su discurso de: “Es bueno airearse, caminar. Se oxigena el cerebro y hace bien para los huesos”.
Pretende cuidarme. Es una dulce mujer que…yo recibo con resignación y hasta con cariño.
Siempre trae dulce casero de ciruelas o de arándanos. Toma asiento en el mismo sillón de siempre, y yo me siento frente a ella.
Desde la cocina trae rebanadas de pan caliente y sirve el té hirviendo en las tazas.
Saca triunfante el frasco de su bolso y lo abre en medio de la mesita. Orgullosa me comenta que esa semana ha hecho cambios en la cocción y que ahora sí me resultará un manjar. Hasta me hace poner los lentes para que mire sin turbiedades y aprecie el exacto color que ha logrado.
Los frascos casi llenos se van apilando en la despensa.
Me da pena decirle que lo como en un acto de complacencia hacia ella y solamente cuando está presente. Los trae con tanta bondad, con tanto entusiasmo… hubiera sido cruel de mi parte decirle la verdad.
No comprendería que me arreglo tan solo con el silencio. Y la paz de leer en soledad.
No imagino a Kant ni a Nietzsche ni a Schopenhauer, perdiendo el tiempo en catar el gusto o definir el color de algún dulce.
Los imagino pensando en cosas importantes, como confrontar la idea del bien y el mal por ejemplo. Qué está bien realmente ¿? Que está mal ¿? Y con respecto a qué se puede evaluar dicho concepto.
Deseo comerme todas esas escrituras. Dedicarme con satisfacción a devorar volumen tras volumen. Sacar mi propia conclusión al respecto.
Día tras día. Semana tras semana. Mes tras mes. Sin ser interrumpido por la presencia de Elisa, claro.
Gracias a mis lecturas, descubrí que el bien y el mal pueden ser relativos.
Si nos basáramos en la teoría de que lo bueno es solo lo que nos causa placer y lo malo es su contraparte, cometeríamos actos horrendos amparados por el hedonismo.
Y si nos apoyáramos en la teoría de que los términos bien y mal sirven siempre para justificar o condenar nuestros propios errores, nos convertiríamos en tiranos implacables.
Justificar determinado tipo de voluntad y condenar otra no se parece a la comprensión ni a la verdad.
Lo importante es comprender. Estudio horas y horas tratando de comprender.
Ya casi ni siento sueño. No quiero perder tiempos inútiles. Solo quiero comprender.
Pero a Elisa no le interesan mis cavilaciones. Y me importuna con sus visitas amables y sus dulces. No puedo decírselo. O tal vez… sí.
Tal vez si sintiera la verdad entrar como un rayo en su cerebro opacado, como una revelación... Comprendería.
Pienso y pienso como decírselo. No quiero herir su susceptibilidad. Pero… cada vez me fastidian más sus visitas.
Hoy es miércoles. Estoy terminando de leer “Categorías de la ética en las que se expresa la estimación moral de los fenómenos sociales y de la conducta de las personas”.
Elisa no vino ayer. Eso me permitió leer con atención y avanzar rápidamente. Estoy al borde de la comprensión.
Suena el timbre. Es ella. Entra.
Con familiaridad deja su bolso en el sillón. Se dirige a la cocina para calentar el agua y tostar el pan.
Yo voy a la despensa. Traigo un frasco casi lleno de dulce de frambuesa y lo escondo bajo mi sillón.
Vuelve. Veo como mueve la cabeza y la boca al hablar, pero ya no la escucho.
Se sienta frente a mí. Sirve el té.
Antes de que saque de su bolso otro frasco de dulce… la verdad entra como un rayo de comprensión en su cerebro.

Gloria

domingo, 7 de junio de 2009

Una vez mas

Cada día, vuelve al teatro.
Saca el vestuario, y comprueba que esté en orden. Limpio y sin manchas.
Impecable, como la primera vez.
Se viste pausadamente, prestando especial atención al contacto de las telas.
El raso y la seda le causan una placentera sensación de antigüedad.
Luego el maquillaje.
A medida que lo aplica, ve florecer, la imagen de la otra.
La simbiosis resulta perfecta.
Su pobre vida carente, queda colgada en el perchero, esperando.
Ni siquiera es necesario repasar la letra.
Ha hecho carne las palabras del libreto.
El sordo murmullo del público al llenar la sala. El silencio expectante que precede a su entrada… le indican el momento.
Tiene que ser convincente.
La autoexigencia, es la más férrea de las tiranas.
Sostener un diálogo consigo misma frente al público y llevarlo al extremo de la credibilidad, para provocar en los espectadores esos sentimientos ocultos que hacen surgir la comprensión y hasta el compromiso o la complicidad, no es fácil.
Sus pasos furtivos hasta ocupar su lugar en bambalinas, y luego firmes para entrar en escena.
Tiene que ser convincente.
A medida que sus palabras se suceden… Percibe como el ambiente se va tensando más y más.
Una densa sensación los envuelve a todos.
En cada pausa suya, percibe el silencio angustioso. La respiración contenida, encerrada, del público.
Hasta llegar al final. Temido, irrefutable.
Es la hora. Tiene que ser convincente.
Saca del estrecho hueco de su pecho, el instrumento que le dará descanso.
Levantando el puñal a la altura de sus ojos, contemplando el brillo de la hoja, con mano firme… la entierra sin preámbulos en el mismo lugar de dónde la sacó.
La sangre brota manchando de púrpura el raso y el satén.
Cae.
Se apagan las luces.
El público explota en aplausos.

Tirada en el piso aún, abre los ojos… y se levanta.
Ya sabe lo que vendrá luego.
Se ve a sí misma otra vez, tendida sobre el piso. Con toda la ropa manchada de sangre.
Ve a toda esa gente aplaudiendo y aclamando, y… no se levanta.
Entonces vienen los gestos de sorpresa, pensando que tal vez, el nivel de posesión del personaje, la agotó. Renuevan los aplausos.
La sospecha, va transformando sus caras con muecas de miedo.
Luego, los gritos.
Entonces vuelve al camarín. Se viste con… su vida, y se va mientras es de día y el teatro permanece vacío.

Gloria